sábado, 9 de agosto de 2008

entre lo conocido y desconocido: nuestra verdad

Buscamos siempre y simultáneamente lo conocido y lo desconocido. Nos proyectamos y nos reflejamos en todo lo que nos rodea, buscando que nos responda lo que ya creemos saber, lo que reconocemos como verdad y como sentido. La auto confirmación de nuestra propia verdad, inventada a partir del intento de proveerle de sentido a la vida vivida. Pero también nos atrae lo desconocido (lo mismo que nos asusta). Y muchos somos adictos al descubrimiento de nuevas verdades, a dar con lo raro, extraño y desconocido, para sacar de ese encuentro nuevas verdades, nuevos valores y nuevas razones de vivir. Pero para ser abierto a incorporar nuevos mundos, hace falta estar dispuesto a desnudarse, a exteriorizar los nudos y laberintos. Y a traducirlos en algo que resulte comprensible a partir de otros nudos y laberintos y otras historias de vida.

En una perspectiva universal, el "fetichismo de los lugares", la cosa de dónde queremos vivir y lo que tiene de especial vivir en un lugar u otro, son "reflexiones de lujo", de priviligiados, de románticos soñadores que se conciben como aprendices de una vida, cuya finalidad conceptualizan como un eterno proceso personal de preguntas a respuestas. Contrario a la inmensa mayoría de la gente de escasos recursos que huye, inmigra y se refugia para subsistir. Que vive el día a día, de la mano a la boca. Los que no se basan en las reflexiones egocéntricas sobre el desarrollo personal, sino en la dura realidad empírica, la experiencia de lo físico y emocionalmente destructivo: el hambre, la guerra, la persecución. En fin: el sufrimiento que obliga a huir, el instinto de supervivencia que fuerza a superarse. Y no siempre tan reflexionadamente.

Podemos hallar preguntas y respuestas válidas en todas partes, puertas abiertas y cerradas, todo -en buena medida- conforme el relativismo de la actitud. La sensación de afinidad humana, cultural, a menudo no está ligada a la geografía. Todos hemos vivido múltiples veces la mágica y extraña experiencia de dar de repente con alguien que se ha desarrollado en un entorno geográfico, cultural, temporal, completamente distinto ...y sentir una afinidad profunda de “alma gemela”.... o hemos comprobado que nuestros vecinos o colegas o padres “de toda la vida” viven "en otro mundo", tan ajeno como si fuera de otro planeta, que no compartimos ni siquiera la manera de concebir las cosas más básicas y cotidianas.


Acabemos con los fetichismos de lugar. Abrámonos a nuevos mundos de identificación. Aceptemos que el referente geografía puede ser tan insignificante como el color de nuestras medias.



2 comentarios:

*Star* dijo...

Ehhh mira y tú también tienes el tuyo :)

TOTALMENTE identificada con esto.

Si, hay que hacer el update
un abrazo

anama

*Star* dijo...

Te voy a pedir prestado esto. Me llega mucho. Lo voy a poner en mi pag. ;)