En una perspectiva universal, el "fetichismo de los lugares", la cosa de dónde queremos vivir y lo que tiene de especial vivir en un lugar u otro, son "reflexiones de lujo", de priviligiados, de románticos soñadores que se conciben como aprendices de una vida, cuya finalidad conceptualizan como un eterno proceso personal de preguntas a respuestas. Contrario a la inmensa mayoría de la gente de escasos recursos que huye, inmigra y se refugia para subsistir. Que vive el día a día, de la mano a la boca. Los que no se basan en las reflexiones egocéntricas sobre el desarrollo personal, sino en la dura realidad empírica, la experiencia de lo físico y emocionalmente destructivo: el hambre, la guerra, la persecución. En fin: el sufrimiento que obliga a huir, el instinto de supervivencia que fuerza a superarse. Y no siempre tan reflexionadamente.
Podemos hallar preguntas y respuestas válidas en todas partes, puertas abiertas y cerradas, todo -en buena medida- conforme el relativismo de la actitud. La sensación de afinidad humana, cultural, a menudo no está ligada a la geografía. Todos hemos vivido múltiples veces la mágica y extraña experiencia de dar de repente con alguien que se ha desarrollado en un entorno geográfico, cultural, temporal, completamente distinto ...y sentir una afinidad profunda de “alma gemela”.... o hemos comprobado que nuestros vecinos o colegas o padres “de toda la vida” viven "en otro mundo", tan ajeno como si fuera de otro planeta, que no compartimos ni siquiera la manera de concebir las cosas más básicas y cotidianas.
Acabemos con los fetichismos de lugar. Abrámonos a nuevos mundos de identificación. Aceptemos que el referente geografía puede ser tan insignificante como el color de nuestras medias.
2 comentarios:
Ehhh mira y tú también tienes el tuyo :)
TOTALMENTE identificada con esto.
Si, hay que hacer el update
un abrazo
anama
Te voy a pedir prestado esto. Me llega mucho. Lo voy a poner en mi pag. ;)
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